Nuestra propia historia

12 de noviembre

«Cuando contamos nuestra historia honestamente, otra persona puede identificarse con nosotros.»

Texto Básico, p. 111

Muchos de nosotros hemos tenido ocasión de oír a oradores auténticamente fascinantes en las convenciones de Narcóticos Anónimos. Recordamos que los oyentes iban de las lágrimas de identificación a las risas de alegría. «Algún día —quizás pense­mos—, yo también voy a ser orador en una convención.»

Pues bien, para muchos ese día todavía no ha llegado. De vez en cuando, quizás nos pidan que hablemos en una reunión cerca de donde vivimos, o en un taller de una pequeña convención. Pero después de todo este tiempo, todavía no somos oradores «fuertes» de convención... y está bien. Hemos aprendido que nosotros también tenemos un mensaje especial que compartir, aunque sólo sea en una reunión local con quince o veinte adictos.

Cada uno tiene únicamente su propia historia para contar; y nada más. No podemos contar la historia de nadie. A muchos, cada vez que nos levantamos para hablar, nos parece que se es­fuman de nuestra mente todas las frases ingeniosas o las historias divertidas. Sin embargo, tenemos algo que ofrecer. Llevamos un mensaje de esperanza: podemos recuperarnos de la adicción y lo hacemos. Y es suficiente.

Sólo por hoy: Recordaré que lo que comparto mejor es mi historia honesta. Hoy, eso es suficiente.