Rendición incondicional

26 de julio

«La ayuda para los adictos empieza en el momento en que somos capaces de admitir nuestra derrota completa. Puede que nos asuste, pero es la base sobre la que construimos nuestra vida.»

Texto Básico, p. 26

La mayoría hemos probado todo lo imaginable, hecho toda la fuerza posible para llenar el vacío espiritual interno. Nada —ni las drogas, ni el control y el mando, ni el sexo, el dinero, la propiedad, el poder o el prestigio— lo llenaba. Somos impotentes; nuestra vida es ingobernable, al menos exclusivamente por nosotros. La negación no cambiará este hecho.

Por lo tanto, nos rendimos; pedimos a un Poder Superior que cuide de nuestra voluntad y nuestra vida. A veces, al rendirnos, no sabemos que existe un Poder más grande que nosotros que puede devolvernos nuestra integridad. A veces no estamos segu­ros de que el Dios que concebimos vaya a ocuparse de nuestra vida ingobernable. Sin embargo, la falta de certeza no afecta la verdad esencial: somos impotentes y nuestra vida es ingoberna­ble. Debemos rendirnos. Sólo si lo hacemos podemos abrirnos lo suficiente para librarnos de nuestras viejas ideas y el derrumbe anterior, lo suficiente para que pueda entrar un Poder Superior.

Sólo por hoy: Me rendiré incondicionalmente. Puedo hacerlo tan fácil o tan difícil como elija. De una manera u otra, lo haré.