Muy pocos llegamos a NA rebosantes de buena voluntad. Algunos estamos aquí por orden judicial. Otros hemos venido para salvar nuestra familia. Otros, haciendo un esfuerzo por rescatar una carrera que se tambalea al borde de la ruina. No importa por qué estamos aquí, lo importante es que estamos.
Hemos oído decir que «si traemos el cuerpo, la mente lo seguirá». Puede que asistamos a las reuniones con ganas de buscar bronca, que seamos uno de esos que se sientan al fondo con los brazos cruzados y miran amenazadoramente a cualquiera que se le acerca. Quizás nos vayamos antes de la oración final.
Pero si seguimos asistiendo, veremos que nuestra mente empieza a abrirse. Comenzamos a bajar la guardia y a escuchar de verdad cuando los demás comparten. Hasta puede que oigamos a alguien con quien nos identifiquemos. Empezamos el proceso de cambio.
Al cabo de un tiempo en NA, descubrimos que algo más que nuestra mente ha llegado a las reuniones, algo más importante: nuestro corazón. A partir de entonces, ¡comienza realmente el milagro!
Sólo por hoy: Procuraré escuchar con una mente abierta lo que oigo compartir.